En plena descomposición, el feminismo se muestra incansable en la búsqueda de
salidas medianamente dignas a su implacable colapso. Algunas de las propuestas
recuperan viejas líneas de combate ya en sus tiempos completamente ridículas,
como las que ahora resucitan la pelambrera sobaquil como frente
de oposición a la falocracia imperante. Otros debates tienen mucho mayor
calado, como la
ahora cada vez más cuestionada íntima relación entre el feminismo hembrista,
y el supuesto derecho y la casi segura obligación de las mujeres a triturar
vivos a sus hijos no nacidos antes de ser absorbidos los cachos por una
aspiradora industrial. Pero lo que no se esperaba la desabrida internacional
hembrista era la traición de una de sus figuras más conocidas, hasta ahora
atrincherada en la izquierda más izquierdista del laborismo
británico.
Mike Buchanan, un antiguo consultor de 55 años,
está creando un partido cuyo ideario se basará
en la defensa de los derechos del hombre, es decir, de la mitad de la
humanidad que debe acceder a los consejos de administración de las empresas a
base de prepararse, conspirar e incluso traicionar, pero no después de un sexado
para ver qué se esconde entre esas dos pilosas piernas, que, a juzgar por la
campaña hembrista pro-vellosidad, puede ser cualquier cosa.
Buchanan
cuestiona las supuestas razones por las que los consejos de administración de
las empresas deban acoger ahora una cuota obligatoria de miembras más por lo que
esconden entre las piernas que por lo que guardan dentro de la cabeza. Este
activista de los "derechos del hombre" critica cómo "nuestra élite política vive
fuera de la realidad con su feminismo patrocinado desde el Estado".
Para
el promotor del partido masculinista, el feminismo se encuentra en la base de la
pobreza y la desigualdad en la actual Gran Bretaña. "Los suicidios entre los
hombres son 3,7 veces más frecuentes [que entre las mujeres]. Más del 60 por
ciento de los funcionarios son mujeres [...]. El gasto en el diagnóstico de los
cánceres específicos de los hombres es
pequeño en comparación con el empleado en los específicos de las mujeres".
(También en España la tasa de sucidios masculinos es desproporcionada respecto a
los cometidos por mujeres, nada
menos que del 78 por ciento del total).
Mike Buchanan ha acusado a
los conservadores de plegarse a los objetivos de odio del feminismo más radical.
Dicho sea de paso, la rendición del conservadurismo a las políticas feministas
e, incluso, al lenguaje hembrista más brutal no solo se produce en Gran Bretaña,
sino aun con mayor radicalidad en España donde las campañas contra el maltrato
doméstico son enfocadas exclusivamente "hacia las mujeres" y bajo el inevitable
marchamo de la "violencia de género", tanto en
ámbitos autonómicos como en Castilla-La Mancha, por ejemplo, como en
los estatales del Instituto de la Mujer.
A pesar de las raíces
izquierdistas del feminismo, ha sido precisamente la clase trabajadora la que
más lo ha sufrido puesto que "el feminismo militante ha atacado también a la
familia", según Buchanan. Y este de la destrucción de la familia está
protagonizado precisamente algunos de los más espectaculares arrepentimientos de
antaño inflexibles activistas del hembrismo más recalcitrante.
Entre
estas caídas del caballo, de las que ha habido varias y muy sonadas, una de las
más llamativas fue la protagonizada por Erin Pizzey, pionera mundial de la lucha
contra el maltrato doméstico a las mujeres, quien hace casi tres años terminaba
sentenciando en la BBC que "la familia tradicional funciona" y que "el sitio de
una mujer está en el hogar al cuidado de los hijos" (ND),
declaraciones que la granjearon el odio hembrista de sus antiguas compañeras y
la eliminación de su nombre de la organización de hogares de acogida que ella
misma había fundado y dirigido.
Pero si el oprobio y la humillación de
que Erin Pizzey dijera lo que dijo en la casa común de los progres británicos
que es la BBC, ahora ha sido la casa común de los laboristas la que ha tenido
que soportar, temblando sus cimientos, que una de las miembras del 'gobierno en
la sombra' en la oposición critique ahora nada
menos que en el Guardian cómo el feminismo ha "destrozado" a la
familia.
Diane Abbott lo tiene todo para ser la feminista que ella
confiesa ser. No muy agraciada físicamente, de color 'diverso' e izquierdista a
más no poder. Pero no tanto como para que ahora no reniegue de lo que ella
misma, según confiesa, defendía en los años ochenta. Abbott es la 'ministra de
Sanidad en la sombra', y como tal contestaba al diario ultraprogre. ¿Y cuál es
la relación entre los asuntos sanitarios, el feminismo y la destrucción de la
familia?
Para la prominente laborista, temas de salud pública como la
obesidad o el alcoholismo a menudo tienen sus raíces en la "quiebra de la
familia". A diferencia de Pizzey, Abbott sí admite 'otras familias', como las
homosexuales. "Sin embargo, todavía creo que alguna forma de familia estable es
vital y que eso es lo que la mayor parte de las personas desean", añadía.
"Algunos de los mayores problemas de salud pública provienen del colapso
de la familia [...]. En mi condición de feminista, quizás hayamos sido ambiguos
sobre las familias", proseguía la destacada laborista antes de criticar la cada
vez mayor "pornificación de la sociedad", pues ahora "niños muy pequeños, de 10
u 11 años, pueden ver en Internet cosas que no se habrían podido comprar en un
kiosko hace 20 años".
Para Abbott, esto se debe a que los padres y, en
especial, las madres, que ahora se pasan el día fuera de casa, no prestan
atención a sus hijos, mientras en los colegios, las niñas se enfrentan a una
presión sexualizadora desde que apenas la pueden comprender en medio de un
desbocado consumismo de marcas de moda. Pero la 'ministra' del laborismo iba aun
mucho más allá en la demolición de lugares comunes progres de los que ella misma
se confesaba defensora en un tiempo.
"Cuando era una joven izquierdista,
nunca pensé que llegaría el momento en que viera la razón del uniforme en el
colegio, pero lo cierto es que con uno tienes menos de esa presión para tener
ropa tal o cual marca de moda", aseguraba. Las declaraciones de Abbott han
causado un considerable revuelo en la prensa británica, que
las ha reproducido en toda su crudeza. Hay quienes han saludado cómo la
activista izquierdista y referencia del laborismo feminista "daba
un buen puntapié a sus hermanas feministas".
Otras columnistas, sin
embargo, criticaban que Abbott "hiciera del feminismo una palabra aun más sucia
sin motivos suficientes", puesto que, según estas enojadas
periodistas-activistas, el nuevo discurso de la política es "barato y pobremente
razonado".
En mi opinión esta izquierdista tiene auto critica, y mucho valor, pues para ser una feminista y reconocer que el feminismo a aportado a la desintegración familiar, no es fácil. Pues como ya lo he dicho en otras oportunidades, el "feminismo" no es otra cosa que la liberación de la mujer ante el COMPROMISO de ser esposa y sobre todo Madre.
El "feminismo" es otro anti valor, que para los humanistas seculares es uno de sus principales estandartes de progreso, pero que en la realidad palpable es parte de la decadencia moral de Occidente.
El "feminismo" es otro anti valor, que para los humanistas seculares es uno de sus principales estandartes de progreso, pero que en la realidad palpable es parte de la decadencia moral de Occidente.
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