Que triste es ver a un pueblo en actitud de orfandad como el
pueblo venezolano, que más de la mitad de dicho país puso sus
esperanzas en un hombre de carne y huesos, el cual adquirió todo el poder, no
solo el ejecutivo, sino los demás poderes jurídico y judicial.
Tomo el control de los medios de comunicación, e hizo alarde de grandeza y reto
a los E.U.A. y a cual mandatario que se le oponía.
Pero las ultimas
palabras de Hugo Chávez fueron: "No me quiero morir, por favor no me dejen
morir . . .". Las palabras de un ser mortal que por mas poder que tuviera
no le ayudaría a ganar su vida.
Tal y como lo
enseñó Jesús: Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
. . .(Mateo 16:26). Los hombres sin Dios o que
no confían en él, no tiene otra vida más que esta vida, la cual es
injusta porque el hombre pecador la hace injusta, desde el seno familiar donde
se les enseña a los hijos a mentir y ser corruptos, hasta los grandes
magnates que abusan del pobre para incrementar sus fortunas. El
mundo siempre ha sido así, injusto y difícil Y los hombres
sin Dios buscan cambiar este mundo injusto en uno justo con su propio esfuerzo,
sin entender que Jesús ya había trazado la línea para mejorar por lo
menos tu entorno: "amar a tus enemigos, tú prójimo y perdonar 70
veces 7", pero los hombres prefieren poner su fe en otros hombres mortales
y finitos, que utiliza el poder para dominar a los supuestos injustos y hacer
justicia por la fuerza.
El pueblo
venezolano necesitaría a un Hugo Chávez finito para lograr la ficticia justicia
social, el problema es que Hugo Chávez no era infinito, pero aun así los
hombres ponen su confianza y su esperanza en hombre mortales.
"Maldito el
varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se
aparta de Jehová". (Jeremías 17:5). La era de Hugo Chávez ha
terminado, ahora es el tiempo de la incertidumbre, del hueco que no
se puede llenar, del futuro liderazgo que no podrá cumplir con
el papel que el pueblo espera y que constantemente comparará con el fallecido Chávez.
No se trata de
juzgar al pueblo venezolano, pues ellos solo tuvieron la desdicha de
tener a un hombre que realmente les llenara las expectativas y los
llenaran de ilusiones, mientras que la gran mayoría de las naciones
latinoamericanas están frustradas con sus gobernantes incapaces de
llenar expectativas de justicia. Pero es un hecho que todos los
pueblos buscan tener al frente a un hombre que les de esperanzas de una
sociedad mas justa. Tampoco es el objetivo de juzgar a la persona de Chávez,
sino de recordarle a la gente que la justicia social no existe, por el simple
hecho de que el hombre es injusto, desde el más pobre hasta el más rico, tal y
como lo enseña la Biblia, y que la solución a los problemas del hombre no los
soluciona el hombre, como lo enseñan los humanistas, sino que el hombre solo
logra la justicia acercándose a Dios, no a una religión, sino a Dios
por medio de su Hijo Jesucristo, solo por medio de el se logra hacer el bien al
enemigo, al prójimo y a uno mismo, y así enseñar a otros abandonar su
injusticia. Por ello Cristo nos dejó la tarea de ir por el mundo y
hacer discípulos entre las naciones (Mateo 28:19), para que abandonen
la injusticia y practiquen la verdad.
Pero lo triste es
que los hombres prefieren que otro hombre les resuelva el dilema de la
injusticia. Ni hablar.
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