jueves, 7 de marzo de 2013

Hugo Chávez. La esperanza de una nación en un ser mortal.



Que triste es ver a un pueblo en actitud de orfandad como el pueblo venezolano, que más de la mitad de dicho país  puso sus esperanzas en un hombre de carne y huesos, el cual adquirió todo el poder, no solo el ejecutivo, sino los demás poderes jurídico y judicial. Tomo el control de los medios de comunicación, e hizo alarde de grandeza y reto a los E.U.A. y a cual mandatario que se le oponía. 

Pero las ultimas palabras de Hugo Chávez fueron: "No me quiero morir, por favor no me dejen morir . . .". Las palabras de un ser mortal que por mas poder que tuviera no le ayudaría a ganar su vida.

Tal y como lo enseñó Jesús: Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?  . . .(Mateo 16:26). Los hombres sin Dios o que no confían en él, no tiene otra vida más que esta vida, la cual es injusta porque el hombre pecador la hace injusta, desde el seno familiar donde se les enseña a los hijos a mentir y ser corruptos, hasta los grandes  magnates que abusan del pobre para incrementar sus fortunas. El mundo siempre ha sido así, injusto y difícil  Y los hombres sin Dios buscan cambiar este mundo injusto en uno justo con su propio esfuerzo, sin entender que Jesús ya había trazado la línea para mejorar por lo menos tu entorno: "amar a tus enemigos, tú prójimo y perdonar 70 veces 7", pero los hombres prefieren poner su fe en otros hombres mortales y finitos, que utiliza el poder para dominar a los supuestos injustos y hacer justicia por la fuerza. 

El  pueblo venezolano necesitaría a un Hugo Chávez finito para lograr la ficticia justicia social, el problema es que Hugo Chávez no era infinito, pero aun así los hombres ponen su confianza y su esperanza en hombre mortales.


"Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová". (Jeremías 17:5). La era de Hugo Chávez ha terminado, ahora es el tiempo de la incertidumbre,  del hueco que no se puede llenar, del futuro liderazgo que no podrá cumplir con el papel que el pueblo espera y que constantemente comparará con el fallecido Chávez.

No se trata de juzgar al pueblo venezolano, pues ellos solo tuvieron la desdicha de tener a un hombre que realmente les llenara las expectativas y los llenaran de ilusiones, mientras que la gran mayoría de las naciones latinoamericanas están frustradas con sus gobernantes incapaces de llenar expectativas de justicia. Pero es un hecho que todos los pueblos buscan tener al frente a un hombre que les de esperanzas de una sociedad mas justa. Tampoco es el objetivo de juzgar a la persona de Chávez, sino de recordarle a la gente que la justicia social no existe, por el simple hecho de que el hombre es injusto, desde el más pobre hasta el más rico, tal y como lo enseña la Biblia, y que la solución a los problemas del hombre no los soluciona el hombre, como lo enseñan los humanistas, sino que el hombre solo logra la justicia acercándose a Dios, no a una religión, sino a Dios por medio de su Hijo Jesucristo, solo por medio de el se logra hacer el bien al enemigo, al prójimo y a uno mismo, y así enseñar a otros abandonar su injusticia. Por ello Cristo nos dejó la tarea de ir por el mundo y hacer discípulos entre las naciones (Mateo 28:19), para que abandonen la injusticia y practiquen la verdad. 

Pero lo triste es que los hombres prefieren que otro hombre les resuelva el dilema de la injusticia. Ni hablar. 



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